15 Feb ¡Cuando el blanco puede ser gris!
No cabe duda que cuando entras al estudio fotográfico, sientes que el grosor del tiempo es diferente. Apenas en los primeros pasos sabes que la densidad del aire es mayor, quizás hasta pueda pesar algo más. Aislado del ruido exterior, suena la música a todo volumen, exigiéndote atención precisa a lo que a partir de ahora va a suceder.
¡Saluda al equipo, muéstrate cercano! ¡Evita que la concentración excesiva te aleje de ellos! Haz el esfuerzo de no abandonarte exclusivamente a la idea, ell@s te van a ayudar a cerrar el círculo. Comparte el primer café de la mañana, y disfruta de estos instantes pre-bélicos. Aún estás a tiempo de que te recuerden las cosas esenciales para hacer, y aquellas que jamás saldrían bien.
Comprueba que todo esté en orden ¡No te olvides de la paciencia! ¡Que tus bolsillos estén llenos de canicas!. Sé maleable, elástico… las ideas no son fáciles de publicar. No pierdas el tiempo en batallas inútiles, pero no pierdas ninguna que sea vital… las ideas no deben morir nunca.
A la mayoría de la gente, todo este tema, se las trae al pairo ¡Les suda la polla! Pero para nosotros, no es tan simple, trabajamos profundamente y compulsivamente para un encuentro. La fotografía de editorial te invita a imaginar, a pesar de que esté casi todo definido. Lo más normal es que ya este casi todo dicho ¡Está claro que debes satisfacer a muchos! Y es que el espacio que te queda para ti es diminuto; pero existe un liviano hilo que te despereza haciéndote sentir capaz. ¡No eres un grande, como Recuenco o Chema yeste! ¡Ellos se lo han ganado por trabajo y mucho talento! Y nosotros, mortales y «currelas» de la fotografía de batalla, queremos oler la fragancia del éxito, aunque sea desde el otro lado de la Castellana. Y no cabe duda que nos lo merecemos, aunque sea por lo menos el intentarlo.
¡Pero no sé! Esta mañana me siento bien, he dormido con pikolin, y hay algo en el ambiente que me seduce. Caminamos y danzamos por el plató como Rudolf Nuréyev; precisos y ágiles y por fin infatigables. Fluyen esos instantes dónde saltan chispas que te calientan por dentro, es el momento idóneo para poner el resto sin reparos. Tiempos difíciles de encontrar para dar rienda sin temores ni flaquezas. Puede ser que esta inspiración que se somete no vuelva cuando la necesites; una situación perfecta para descontrolarte, perfecto para dejar de pensar y arriesgaste hasta caer al abismo. Es el segundo preciso para comenzar a ver formas que se deforman, y saber que los cuerpos son elásticos, que los colores son infinitos e inhóspitos. Y por fin puedo entender que el blanco, puede ser un gris oscuro, perfecto para dejar ver.
¡Que le den por saco al mundo entero!! ¡Nos encerramos entre estas luces y sombras a esperar pacientes la venida de las musas! ¡Jugaremos infinitamente hasta descubrir la tonalidad perfecta de gris que se esconde en un blanco impoluto!