02 Dic El aleteo de las mariposas en primavera.
Todo está en constante cambio, cada vez presiento que el cambio es más rápido; y cuando te vienes a dar cuenta de ello, ya no hay trenes en el andén. En los pocos momentos en los que una ligera brisa marina vuelve a emerger, tienes un respiro para reflexionar, y entender un poco mejor en qué punto del mapa te encuentras. Afortunadamente, muchos de nosotros hemos elegido una forma de vida, que lleva una cámara sobre nuestras espaldas para el resto de la eternidad, no es fácil que nos entiendan ¡No es cierto que sepamos a ciencia cierta, que es lo que buscamos! Andamos constantemente mostrándonos desnudos cada día, abiertos a críticas, y sobre todo a gustar o no gustar. Duele que a pesar de nuestro enconamiento para mostrar lo mejor de nosotros mismos, no se aprecie así, o simplemente no se entienda. No sé si nuestro trabajo es especial, (que no lo creo) o es que simplemente es una prolongación de nosotros mismos y de nuestra forma de ser. A veces nos creemos que somos seres híbridos que nadamos a oscuras en aguas complejas. Nos llamamos creadores, que no cabe duda, de que resulta una expresión muy grandilocuente, casi divina. Muchas veces nos vemos como artistas celosos, y otras veces como ermitaños encerrados en un mundo que pensamos que va a colapsar. Me cuesta cada vez más entender este mundo artificioso, que se expresa con «fanfarrias» y «esnobismos» completamente «cebados», en donde abundan los futurólogos que son capaces de proyectar un futuro grandioso. Triunfan los oradores excelentes que exigen un prototipo de profesionales muy capaces; casi como extraterrestres, venidos del lejano Orión. Auténticos colosos del conocimiento variopinto; que sean infatigables, «proactivos» y que abandonen su vida privada, para así conseguir un mundo mejor y más equitativo. Eso sí, siempre por un módico precio.
No es nada fácil. Tengo un amigo que dice que hacer fotos es casi mejor que ir al sicólogo. Me cuenta que a pesar de la tensiones, los desagravios, las prisas sin límites, y las decepciones; aún le produce bienestar emocional. Y estoy completamente de acuerdo con él. Deduzco que es por ese «enganche emocional» que mayoritariamente bailamos esquizofrénicos con este ritmo infernal, que nos deja exhaustos.
Y para mí, cuando me puedo resetear, desconecto y me permito buscar sin prisas. Es entonces que pueden emerger ciertos hitos que fueron importantes para mí. Como lo es este proyecto que hice con Brisa Fenoy hace unos años. Era una modelo new face en Maroe Management. Fue un shooting extrañamente tranquilo y fluido. Ahora ella es una artista reconocida y brillante, y me alegro profundamente por ella.
Pero para mí, después de tantos años, conservo un recuerdo preciso, como si fuese ayer, y eso va en contra de mi desgastada memoria que me juega malas pasadas. Ese proceso que reconozco tan nítidamente, me recoloca y me calma. Es ese ligero aleteo de mariposas, que tanto buscamos, que me recompone y nos enseña a ver que lo realmente importante es el camino, disfrutar en cada momento sin restricciones. Estoy en un mundo vibrante y emocional, en constante cambio, y muchas veces es fácil desubicarnos y perdernos en terrenos pantanosos. Y es por ello que siempre espero a una primavera llena de mariposas de colores vivos, que sea cálida y con una tibia luz que caliente la piel.