Entre el cielo y la Tierra

¡No existe un lugar mejor! Pulular entre las luces y las sombras, semi-escondido y olvidado por todos, te hace sentir libre para localizar los momentos esenciales con tu cámara. En las tripas de esos eventos gigantes por donde pasamos aturullados y paranoicos, el falso caos es esencial. Eres un furtivo errático que andas de aquí para allá en la búsqueda de algo, que no sabes bien dónde se esconde. La búsqueda es incesante, te mueves ágil escudriñando los espacios con esmero. Casi siempre en estos lugares la carencia de luz está siempre presente, por lo que la noción de espacio-tiempo se estira como un chicle. Aun así, no cesas en tu empeño de esa búsqueda infinita y apasionada, en encontrar el motivo que satisface tu necesidad.

Esperas el final. Sabes que va a llegar. Los otros cazadores levantan sus orejas nerviosos, una preocupación creciente les invade… y la necesidad de una respuesta inmediata es vital para ellos. Se desenvainan las espadas exigiendo respuestas a sus peticiones. Muchos resultamos heridos, y algunas cicatrices se nos queda en la piel.

¡Este evento ya ha terminado! ¡Ya no existe! ¡Todo en esta vida es efímero! Los que en esta noche larga te han obviado y a veces menospreciado, ahora te buscan y te acorralan. Hay que alargar esta «cosa» enorme y titánica en el tiempo. Recordarles a todos que fue maravilloso, único, y que todo el esfuerzo fue necesario ¡Hay que decirles a muchos que estuvieron allí, que no fue un sueño! Y para ello vamos a llenar las redes, las webs, los teléfonos y ordenadores de imágenes y vídeos que sacie el apetito indómito de este mundo que habita entre el cielo y la tierra.

¡Sé que es el precio que tengo que pagar! Nadie me va a garantizar que el trabajo hecho, es el justo y necesario… probablemente para alimentar esta memoria débil y enfermiza, no lo sea. Pero, si en el cobijo de mi cueva, alguna de esas imágenes me hacen sonreír… todo ha valido la pena. Y sin duda, en esas entrañas frías y solitarias es dónde quiero estar.